jueves, 11 de marzo de 2010

SITUACIONES INESPERADAS, SOLUCIONES IMPREVISTAS...



Este testimonio me lo pasa Judith, buena amiga. Cosas que pasan..., algunas personas lo llaman casualidad, otras lo llamamos intervención de Dios. Juzga tú mismo. Para mí, la segunda es la buena. Gracias por compartir esta experiencia con nosotros Judith. Bsos.

Teniamos advertido que bajar a Sagunto, fuera la hora que fuera, no era buena idea si no era en gran grupo o con compañia de un mayor, así que en aquellos entonces donde no se saltaban las normas a la torera tanto como se hace ahora, la gente soliamos doblegarnos a las advertencias la mayoria de las veces, pero habia ocasiones en las que se necesitaba ir a Sagunto a comprar cosas esenciales de la higiene de uno mismo, asi que una amiga (mayor que yo) y yo nos pusimos con un pie delante y el otro siguiéndole el compás hasta llegar al pueblo que distaba unos 2 ó 3 ó 4 kilómetros; Eso no importaba, según lo calculado en 3 horas máximo, habiamos ido y vuelto con la compra realizada, es decir que no nos cogia la puesta de sol y por consiguiente la oscuridad de vuelta al Colegio, así que como he dicho..Salimos del coegio como el que va a dar un paseo. Creo que llegamos a avisar a la preceptora porque al fin y al cabo yo iba con una alumna veterana, así que no hacíamos nada extremadamente malo, y era mejor dejar constancia de que saliamos del campus.

Bueno, hasta ahi todo perfecto; llegamos al pueblo, hicimos todo lo que teníamos que hacer, nos abastecimos de lo que necesitábamos y decidimos no entretenernos mucho por tal de que no anocheciera de camino al Colegio, asi que empezamos a andar. En áquel entonces, habia una semi leyenda, o un rumor, o un cuento o historia de un hombre que andaba por ahi con un bate de madera, estaba medio loco y se dedicaba a asustar o no asustar, a las chicas o mujeres que pasaban por la carretera a pie o en bicicleta. Yo siemrpe he sido miedosa, con Sol o sin él, asi que pasar por la carretera del lado dónde se contaba que éste individuo estaba, no me hacia ni pizca de gracia; así que tenia mis dos ojos abiertos más todos los que Dios me dió de más en aquel camino. Cuándo mi amiga y yo llevábamos como 15 minutos andando, noté algo que se movio en el campo de naranjos que quedaba a mi izquierda, yo iba por dentro del margen de la carretera porque era más "pequeña", y así se lo hice saber a mi amiga, le dijé: Se ha movido algo en áquel naranjo de allí, señalando el que yo habia notado moverse, asi que nos agachamos e intentamos ver si habia algo o habian sido imaginaciones, pero no, no lo habian sido. Alli habia una silueta de un hombre de mediana estatura, con su bate apoyado en el suelo, de repente mi amiga y yo sólo pensamos en una cosa, orar. Y así lo empezamos a hacer, oramos sin cansarnos, no avanzamos ni una paso más, oramos y miramos diestra y siniestra buscando algún coche o alguna señal de vida que nos ayudara a salir de alli, el camino era recto, si nos moviamos en cualquier dirección el sujeto se podia percatar y seguirnos sin vacilar, pero no veiamos a nadie cerca, el sol calentaba, y de momento alumbraba la carretera pero sabiamos que teniamos que apurar porque ibamos de cara a la noche, de repente después de haber orado, comprobámos alrededor nuestro si habia alguien, y muy cerca nuestro habian dos hombres, altos, vigorosos, fuertes, haciendo footing, llevaban dos perros de raza bóxer, mi amiga y yo nos quedamos atónitas porque unos dos minutos antes habiamos mirado en todas direcciones en busca de gente y no habiamos visto a nadie ni cerca ni lejos, cuándo los vimos nos preguntamos si debiamos parar su ritmo y comentarles lo que nos pasaba, ahí vimos la mano del enemigo haciéndonos dudar de la respuesta de Dios. Efectivamente los paramos y sin ningún problema nos acompañaron hasta el puente que cruza la autovia de camino al CAS, una vez arriba nos giramos para verlos irse de vuelta a Sagunto y ni mi amiga ni yo logramos ver nada, habian desaparecido, ni rastro, ni de los perros, ni de los hombres, ni de nada, ni siquiera estando en la altura del puente, en ventaja de ver más allá, no los volvimos a ver nunca más.

Cada vez que me acuerdo me sorprendo a mi misma de como Dios guarda a su rebaño, y que Él está allí dónde lo necesitamos, aunque sea para darnos la mano y andar con nosotros.



Jos 1:9