Para llorar. Miércoles por la tarde, conduciendo hacia Valencia, escucho la noticia por la radio y me quedo tan sorprendido que de repente no sé hacia dónde iba ni porqué.
El juzgado de lo penal número 5 sentencia que obligar a un niño a ducharse no constituye una conducta repugnante o vejatoria. La Audiencia Provincial de Murcia se ha pronunciado con rotundidad. Después de este encabezamiento mi cabeza empieza a echar humo pensando qué situación puede haber dado lugar a semejante sentencia. Aunque parezca obvio, el hecho no es que la madre ante la tozudez e indocilidad del niño lo haya llevado a la ducha a la fuerza y lo haya mojado incluso con los pantalones puestos, sino cómo ha llegado a producirse la denuncia porque me extrañaba mucho que un niño de siete años, por muy malas pulgas que tenga pudiese denunciar a su madre por una cosa semejante.
Cuando indagas descubres que los padres andan de muy mal rollo y al padre le ha parecido mal domar a su hijo en su alarde de autoafirmación. Resultado, uno denunció al otro y viceversa. El padre pierde y decide recurrir a la Audiencia de la que obtenemos esta sabrosa noticia y curiosa sentencia. Las peleas de los padres causan desorientación y una conducta desordenada a los hijos. Algunos olvidan que educando, educan dos. En armonía. Cuando uno tira hacia un lado y el otro hacia el opuesto, el niño que está en medio opta por hacer lo que le place, sufre arrebatos de mal humor y pataletas por lo que o consigue y trata de llamar la atención porque no se siente querido.
Marcar límites es algo muy saludable que los niños necesitan que hagan sus padres. Límite para aprender a respetar, para saber hasta dónde llegar y dónde es mejor no meterse, para evitar peligros, para aprender una conducta socialmente aceptable y que le evite problemas y rechazos, para sentirse protegido, cuidado y amado, para mantener la estabilidad emocional y crecer sin carencias. Muchas son las ventajas. Sin límites los inconvenientes son innumerables. Pero, pobrecito niño mío, ¿para qué lo vamos a contradecir? Dicen algunos padres con tendencia a la lasitud. ¿Para qué vamos a hacerle pasar un mal rato contradiciéndolo? ¿Para qué vamos a ponernos de los nervios tratando de doblegar su voluntad? ¿Vale la pena limitar su libertad y autoafirmación y no será eso más negativo que beneficioso?
Para llorar. El resultado de este sistema educativo ha producido en nuestra sociedad multitud de personas que se frustran cuando no consiguen lo que quieren, que tiene reacciones agresivas cercanas a la violencia, que reaccionan con desmesura ante las dificultades, que no tienen escrúpulos si llega la ocasión de aplastar a alguien cuando quieren alcanzar un objetivo, o que no son capaces de luchar por nada y están esperando que todo les sea servido.
Una locura. Por eso no podemos olvidar que la educación lo es todo. La buena, la que requiere principios, valores, la que encuentra el camino de su verdadera libertad en el respeto a su vecino, la que proporciona individuos libres de complejos, de carencias y de incapacidades éticas, morales y sociales.
Para meditar profunda y seriamente, la verdad.
lunes, 28 de enero de 2008
lunes, 21 de enero de 2008
MITOS Y LEYENDAS
Más que hablar de mitos y leyendas sería interesante que echáramos un vistazo a la única y directa fuente de información segura sobre los ángeles. Las invenciones, la tradición y los añadidos personales, caerán por su propio peso cuando contrastemos lo que la Biblia dice sobre los ángeles, su origen, su naturaleza y misión. Más allá sólo cabe la imaginación. Aún con lo que sabemos no hay para afirmar a ciencia cierta cuál es el sexo de los ángeles ni si tienen alas o son como se nos aparecen en realidad. El profeta Ezequiel ve cosas que a nosotros nos parecerán dignas de una película de Star Wars o Narnia…, llamas, cuatro caras, varios pares de alas, ruedas que cantan. En fin, de la realidad a lo que es puede haber el mismo trecho que de la descripción de la televisión hecha por un hombre de hace 4000 años a lo que nosotros conocemos con toda naturalidad y referencialidad.
Desde luego no es un tema trascendental. No depende de él nuestra salvación ni es un asunto que nos quite el sueño. Precisamente por eso es un tema amable, agradable de tocar e interesante. Sin pretender decir que los otros temas importantes nos quiten el sueño o nos causen preocupación, por lo menos cuando se conocen bien proporcionan mucha paz. Pero la cuestión es que la angelología no plantea debates irritantes ni divide a nadie. Que sean como quieran, sabemos que son seres de luz, de amor y enviados por Dios. El resto entra a formar parte de los sentimientos y consecuencias que de esas presencias invisibles se derivan: protección, seguridad de la presencia de Dios, paz, comprensión de la Palabra, acción del Espíritu Santo, presencia de Dios… No acabaríamos.
Podemos plantear un sencillo esquema para tratar el estudio: origen y naturaleza, misión y testimonios, pero sin pretensiones más allá de lo que supone un acercamiento para el que no disponemos de abundante información. Será práctico sacar alguna conclusión a cerca de cómo sirven a Dios, del ejercicio de su propia libertad y de la obediencia estricta a Dios y relacionarlo con nuestra propia vida.
SIGNIFICADO DE ÁNGEL
La palabra ángel significa mensajero. Tomamos de wikipedia una información básica y al alcance de todo el mundo: “La palabra española procede del latín angelus, que a su vez deriva del griego ἄγγελος ángelos, ‘mensajero’. La palabra hebrea más parecida es מלאך mal'ach, que también significa ‘mensajero’. «Ángel» también se usa en la Biblia para las siguientes tres palabras hebreas:
• אביר abbir, Salmos 78,25 (literalmente ‘poderoso’)
• אלהים Elohim, Salmos 8,5
• la oscura שנאן shin'an, Salmos 68,17”
Esta pequeña introducción nos vale para entender que los ángeles traen mensajes del cielo hasta la tierra puesto que son enviados por Dios para ello.
Son la primera creación de Dios. Antes de que creara el universo y al ser humano, los ángeles ya están ahí. La presencia en el huerto del Edén del árbol del conocimiento del bien y del mal nos habla de que Lucifer ya hace tiempo está obrando como adversario de Dios y rebelde que puede llegar a tentar a la pareja, pero sólo en el lugar que Dios ha delimitado. En Job 38: 7 se habla de ellos como las estrellas del alba que adoraban a Dios antes de que se echaran los fundamentos de la tierra.
CLASIFICACIÓN
Hay pocas cosas que la Biblia diga sobre los ángeles y en la cultura popular hebrea encontramos rastros de un mayor conocimiento. Pablo, por ejemplo, declara que nuestra lucha no es contra carne ni sangre sino contra: “principados, potestades, dominadores y espíritus del mal.” ¿Es una clasificación? ¿Son sólo adjetivos distintos para la misma hueste? No lo sabemos al cien por cien aunque por las pistas que encontramos en la Biblia, parecen haber diferencias interesantes entre los componentes de este ejército celestial.
La Biblia, como estamos señalando, indica específicamente varios grupos:
• Los serafines, que aparecen en el libro de Isaías, 6:2. En este capítulo se describe el trono de Dios. ”Encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían su rostro, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y uno al otro decían: “Santo, santo, santo es el Eterno Todopoderoso, toda la tierra está llena de su gloria.”
• Los querubines. Aparecen más veces citados en la Biblia. En Génesis cuando Dios coloca dos querubines con espadas encendidas para que Adán y Eva no entren en el huerto del Edén después de pecar y tomen del árbol de la vida. Gén 3: 24. Cuando se le dice a Moisés cómo debe construir el arca, que representa el trono de Dios. Ex 25: 18 y 37: 7. Con lo que deducimos que los querubines están en la inmediata presencia de Dios como veremos después en el texto de Ezequiel. También en 1 Sam 4: 4 citando el arca. Cuando se dice que el Señor voló sobre uno de ellos en 2 Sam 22: 11, cita que encuentra su paralelo en Sal 18: 10. En 1 Rey. 6: 23 1 Rey 8: 7 y 2 Cr 3: 10 cuando se describe la fabricación artesana en madera y cubierta de oro de los dos querubines del templo en el lugar Santísimo. Ez 9:3 sitúa a los querubines junto a Dios. En Ez 10, cuando se describe explícitamente a los querubines de una forma fantástica. Ez 28: 16 declara que Lucifer era un querubín antes de la caída. Parece haber sido alguien de mucha relevancia en el cielo y con grandes responsabilidades, situado al lado de Dios y protector. Son citados también en Sal 80: 1 y 99: 1 y en He 9:5
Más allá de esta información sobre sus jerarquías, debemos remitirnos a tradiciones y leyendas. En los libros apócrifos, o deuterocanónicos, no obstante, hay referencias a una categoría especial como son los arcángeles, que parecen superiores en poder. Entre ellos, el propio Lucifer, Miguel, Gabriel, o Rafael. Este último nombre conocido también desde estos escritos apócrifos. Para el que escuche hablar por primera vez de estos libros bíblicos, son aquellos que el pueblo de Israel, en el AT, y la iglesia, en el NT, jamás consideraron dentro del canon bíblico, pero que aportan datos históricos y relatos curiosos.
SU NATURALEZA Y SU NÚMERO
La Biblia declara que el hombre es de naturaleza un poco inferior a los ángeles,
Sal 8: 1 Sabemos que los ángeles son espíritus, o de naturaleza espiritual, como declara He 1: 7 Pero también es cierto que tienen la facultad de hacerse ver por quien quieren, ver caso del asna de Balaám, Nm 22: 23, por poner un ejemplo. El Salmo 103: 19-21 les califica como ministros que hacen la voluntad de Dios, poderosos en fortaleza y formando un ejército celestial. En Apocalipsis 5: 11 se nos habla de miles de millares y diez mil veces diez mil. El millar, y sus sumas o multiplicaciones, representan, en la numerología bíblica una cantidad incontable. El apóstol Pablo habla de muchos millares o miríadas, según versiones, en He 12: 22. Millones de millones, Dan 7: 10
Algunos de aspecto como un relámpago y vestiduras blancas como la nieve, como el que aparece en ocasión de la resurrección de Jesús, Mat 28: 3-4
Fuertes e invencibles. Senaquerib, el rey asirio, vio diezmado su ejército de ciento ochenta y cinco mil hombres por un solo ángel del Señor, ver relato en 2 Rey 19: 35 y 2 Cr 32: 21.
(Continuará…)
martes, 8 de enero de 2008
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
Una frase ha dado la vuelta al mundo y no es la de un pensador, ni la de un filósofo, ni la de un escritor, ni la de un gurú espiritual. Todos la hemos oído y no es este el lugar ni el foro adecuado para añadir comentarios a todo lo que se ha dicho. Sin embargo, a partir del contexto desde el que la famosa frase emerge me puse a pensar en Dios y en nosotros. En las veces que mi Padre celestial podría decirme en tono de autoridad una frase como esta y las ocasiones en las que me lo ha dicho, si he sido capaz de interpretar su Palabra y las circunstancias de mi vida.
La reflexión me sorprendió por la facilidad con la que vino a mi mente y por la cantidad de aplicaciones posibles a mi vida personal y a la de la comunidad cristiana en el mundo, sin dejar fuera al común de la sociedad.
LAS PROTESTAS A DIOS
Los seres humanos somos especialistas en el peligroso “deporte mundial de darle a la lengua”. Criticar es nuestra especialidad. Se puede criticar absolutamente todo y lo hacemos justificando de mil maneras nuestra verborrea social.
En el ámbito cristiano, que es el nuestro, es doloroso comprobar que tenemos una tendencia innata, por causa del pecado, a protestar todo lo que no entendemos, todo lo que no aceptamos y todo lo que no nos gusta, a Dios. Él recibe con paciencia y misericordia todos nuestros desatinos mentales y verbales y tiene hacia nosotros el hermoso detalle de transformar lo que se nos ocurre elevar a su trono. Dice el texto: “Además, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos pedir lo que conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. El que sondea los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, y él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.” Rom. 8: 26, 27
No podemos señalar a los incrédulos por acusar a Dios porque cuando en nuestra vida cristiana arrecian las tempestades salen de nosotros expresiones tremendas que reflejan nuestro pensamiento desconfiado, rebelde y falto de confianza verdadera. Nuestro desconocimiento de Dios sale a flote y llegan las dudas y las protestas.
Palabrería humana y muy cristiana
Nuestra ignorancia es atrevida por mucho que parezca estar justificada, como en el caso del ejemplo de dolor más absurdo de todos los tiempos, Job. Nos olvidamos de que Satanás sólo piensa en nuestro mal y que nos odia sólo por ser seguidores de Jesús, él es la verdadera causa del sufrimiento. Job también fue atrevido. Dicen que la ignorancia es atrevida y como no somos capaces de seguir confiando en el amor de Dios nos vemos en el brete de intentar explicar todo lo que nos pasa. Discutimos interminablemente sobre lo que el Padre piensa, sobre lo que hace y lo que no hace y sobre todo acerca de los porqués.
Lo único seguro es que nos ama con amor invariable e inamovible, pero el dolor pone a prueba esa fe que decimos tener cuando todo va bien. Lo peor de lo que llamamos “pruebas” es descubrir que nuestra fe no parece tan sólida como pensamos. Es frustrante y eso nos conduce a cuestionar ante el Señor sobre la “necesidad” de pasar por ciertas situaciones.
Muchas de nuestras oraciones contienen en gran medida preguntas, ruegos y quejas mientras que las alabanzas, la gratitud y la confianza se pierden por el camino… Quizá muchas de nuestras oraciones podrían recibir una contestación como esta: “¿Por qué no te callas?”
La teología se transforma muchas veces en un esfuerzo por explicar a Dios que cae en el error del crítico literario de atribuirle al texto más mensaje de el que tiene per se y al autor del texto, más intención, más significación y el añadido y consabido psicoanálisis... Sin dejar de afirmar que la biblia es un pozo sin fondo con enormes tesoros por descubrir, es cierto también que muchas veces los teólogos no somos capaces de buscar el mensaje de Dios porque tenemos premisas preconcebidas que sólo nos guían a la búsqueda de todo aquello que confirme nuestras propias vanas teorías. La teología es el intento humano de entender a Dios pero interpretar al Creador es un camino todavía, a mi parecer, muy inexplorado. Lo más seguro que conocemos de él es Jesús. Una de las buenas razones de la venida de Jesús a este mudo fue precisamente la de explicar a Dios, si me apuráis de “re-explicarlo”, porque la “vieja teología”, si me permitís que llame así al conocimiento humano acerca de Dios antes de Jesús, lo había confundido todo. Había oscurecido el verdadero carácter del Creador. Cristo viene a limpiar conceptos, viene a darnos a conocer lo más importante de Dios y lo primero que ponemos en duda, incrédulos y creyentes en cuanto tenemos más problemas de la cuenta, es que Dios es amor. Nosotros nos empeñamos en volver a conceptos desfasados y a veces pasamos por el crisol de tener que sufrir escuelas sabáticas que andan, no por las sendas antiguas sino, por las prehistóricas. Pienso en la cantidad de libros que hemos podido leer, en la cantidad de comentarios, artículos y conferencias expresadas en distintos foros cristianos y en las veces que Dios ha podido decirnos a cada uno: “¿Por qué no te callas?”
Hay una buena teología y una mala teología. No son a veces tan fáciles de distinguir. Pero en nombre de Dios, la teología no es más que una disciplina humana, se siguen diciendo verdaderas barbaridades, incluso en el seno de nuestra propia iglesia. Teología sin inspiración divina: orgullo, prepotencia y temas que solo generan enfrentamiento.
¿Por qué no callamos cuando no estamos seguros o no sabemos qué decir? Siempre es mejor expresar: “no lo sé”, “no estoy seguro”, que caer en la trampa del absolutismo fundamentalista tan arraigado en la necesidad de nuestra debilidad, de nuestra urgencia por tenerlo todo atado y bien atado. Por la prisa innecesaria de tener que explicar hasta el por qué de lo que no tiene razón de ser. ¿Acaso tenemos miedo de parecer ignorantes o de mostrarnos limitados? Guardemos un silencio seguro, lleno de seguridad y de afirmación de nuestro conocimiento del carácter de Dios. Es más elocuente un rostro sereno, firme, amable y confiado que no aventura hipótesis como si fuera el propio Dios, que el rostro inseguro, insaciable, ansioso, impaciente e intranquilo del que busca con desespero una razón para seguir amando, respetando y confiando en el Señor.
EL SILENCIO DE LOS CORDEROS
A veces mejor sería que guardáramos silencio. “A veces hasta sobran las palabras cuando se trata de hablar sencillamente de amor”, reza el verso de Alberto Cortez en una célebre canción. En ocasiones debemos dejar que nuestras acciones vayan por delante de nuestras palabras. Pero muchas veces van detrás, otras, muy atrás. Un texto conocido dice: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” Mat. 12: 37
Somos esclavos de lo que decimos y no siempre el valor de la mesura, del respeto, de la prudencia, de la cortesía, de la humildad y de la sensatez guían nuestras conversaciones acerca de nosotros mismos, de los demás y de nuestro propio Señor.
Mejor representar bien a Dios con los hechos que con las palabras. Está escrito que al final algunos le dirán desesperados: “¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo enfermo o en la cárcel?” Mat. 25: 35, 36 Ese es el momento triste en que haciendo paráfrasis de la declaración bíblica podemos afirmar que el Señor les dirá: “¿porqué no te callas?”
Mejor será actuar que hablar. Mejor será darse a los demás sin medida que estar pendiente de respuestas, mejor que Dios hable a través de nuestros hechos que tratar de interpretar los silencios de Dios. Es más seguro, más reconfortante y, desde luego, más útil.
¿Qué sabemos nosotros de lo que el Señor piensa? Una conocida declaración de nuestro propio Dios debería poner freno a nuestro frenesí de inquietud: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos –dice el Señor. Como es más alto el cielo que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Is. 55: 8,9
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
Habría tantas razones para que Dios nos dijera con autoridad más de una vez: “¿por qué no te callas?” que este artículo sería interminable y sólo pretendía abrir una ventana a la reflexión. De vez en cuando hasta los monarcas se hartan, se cansan y se atreven por una vez a perder la postura políticamente correcta. Hasta Jesús, movido por la pena de un pueblo rebelde, desagradecido, duro de cerviz y que le hacía llorar más veces de las que cuentan los evangelios por su ceguera llegó a decir: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tengo que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?” Mat. 17: 17
¿Y si Dios me dijera, por qué no te callas? ¿Y si le dejáramos hablar? ¿Y si no hiciéramos tanto ruido y su voz pudiera oírse?
Dios nunca pierde la paciencia pero tiene toda la autoridad para darme ese reproche.
Hay muchas ocasiones en las que Dios podría decirnos esto:
o Cuando hablamos acerca de lo que no entendemos.
o Cuando pretendemos hablar en su nombre y caemos en la osadía de realizar afirmaciones que sólo Dios puede declarar.
o Cuando defendemos nuestras opiniones a sabiendas de que no todo lo que decimos es cierto.
o Cuando tenemos más cosas que callar que el que tenemos enfrente, o simplemente cuando nosotros mismos no somos irreprochables.
o Cuando no sabemos algo con absoluta certeza.
o Cuando Dios está realmente hablando.
o Cuando no tenemos razón y sólo hablamos por orgullo.
o Cuando nuestras acciones no están en armonía con nuestros discursos y carecen de coherencia.
o Cuando los demás están hablando.
o Cuando deberíamos estar escuchando y tratando de entender las razones ajenas.
Le pediré al Señor sabiduría para saber cuándo es mejor callar, porque sobre esto es tan susceptible de matizarse desde el prisma personal de cada uno, que sólo Dios puede hablar a cada uno según su entendimiento, posibilidades y temperamento para andar por el camino de la prudencia. Te invito a hacer lo mismo.
Carlos Catalán
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